dijous, 19 de maig del 2011

Ya no cierro los bares, ni hago tantos excesos...


Hace algo más de 10 años me mudé a vivir al Raval, ex Barrio Chino, ex Distrito Quinto. Allí estuve viviendo casi durante 10 años más en un piso de la calle Riera Baixa. Mientras hacía la mudanza, conocí, en las escaleras del edificio, a la vecina del piso de arriba, que atendía al curioso nombre de Sheila Wonders.
Miss Wonders a su vez se mudó, poco tiempo después, a un piso más confortable, en una calle cercana, donde compartió durante unos años el reducido espacio con una sucesión de jóvenes Erasmus, que nos alegraron la vida y las noches: Hélène, francesa, Ellen, de Holanda, Tina de Berlin, Sabine, de Alemania, Nadia, suiza, Francesca, italiana y también otra alemana que se pasaba el día encerrada en casa fumando porros con su novio, cuyo nombre he olvidado. Las únicas presencias masculinas en aquel gineceo, eran la de Israel, un recién licenciado en exactas que también vivió allí, y la de Philippe, el misterioso vecino del piso de arriba y luego, claro está, los novios, maridos, amantes, rollos o apaños de Sheila y las Erasmus, cuando los había. Gracias a las Erasmus, Sheila ha conocido toda Europa visitando a sus compañeras y sus becas la han ayudado a pagar la hipoteca del piso.
Las noches en aquella época eran largas y etílicas. Todo ha cambiado mucho desde entonces. Entre nuestros bares oficiales (El Cangrejo –actualmente para fiestas de administrativas-, El Kentucky –sin comentarios-, el Ciutat Vella –destruido para construir viviendas de protección oficial-, La bata –reformado-, Marsella –lleno de turistas desde que sale en Lonely Planet-, La Paloma –clausurado-, La Concha, el It Café y varios más que seguramente ya no recuerdo), las fiestas internacionales en casas particulares y las fiestas ilegales que surgían como la espuma en locales como El Azul de la calle Hospital, o uno que había en la calle Tallers que creo que le llamaban el Café del Mar (Café del Mal, según Sheila), o uno peligrosísimo que era un sótano sin salida de emergencia en la calle Valldonzella, Sheila, con los zapatos en la mano, Trinity y yo, acompañados de la Erasmus de turno volvíamos de madrugada a casa, mientras el sol enfilaba al final de la Rambla del Raval.

Sheila se llama ahora Amparo, y yo ya no me llamo más Marcello. Las Erasmus, o han vuelto a sus países de origen, o desarrollan sus profesiones en diferentes lugares del mundo, aunque todas ellas siguen enamoradas del Raval y visitándonos de vez en cuando. Nosotros de vez en cuando también recordamos a todos aquellos que tuvieron esos 5 minutos de gloria, durante esos días y noches de Raval. Por eso canto que, ya no cierro los bares, ni hago tantos excesos. Pero, coño, que bien que nos lo pasábamos!


Por recomendación especial de Miss Sheila Wonders, está canción que nos transporta a aquellos mágicos años.

2 comentaris:

  1. les fotos són molt bones! Són totes a Riera Baixa?

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  2. Que tiempos aquellos... Petons.

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