dimarts, 29 de novembre del 2011

Loulou, c'est moi, o como un nombre puede marcar tu vida

Dado que todavía tengo que digerir los últimos acontecimientos sucedidos en este país (y los que van a venir…) permitidme ponerme un poco frívolo.
Ha pasado desapercibida aquí la muerte, hace apenas un par de semanas, de Loulou de la Falaise. “¿Y quién c… es Loulou de la Falaise?”, me diréis. Pues bien, Loulou de la Falaise fue, entre finales de los años 60 y en los 70, la musa por excelencia de Yves Saint Laurent. Ella y Betty Catroux fueron fuente de inspiración para el modisto. La una le dio el toque hippie de lux y la otra el toque masculino. Posteriormente se dedicó al diseño de joyas y a otras cosas relacionadas con la moda. A su muerte, sus cenizas fueron esparcidas en el Jardin Majorelle de Marrakech, del cual otro día os hablaré.
“¿Y a nosotros qué nos importa?”, me diréis “la señora ésta que no conoce ni Dios…”.

Pues, a lo que iba. Siempre me había fascinado como alguien se podía llamar Loulou del Acantilado o Loulou del Penya-segat y a partir de ahí me doy cuenta de cuán importante es y como tu nombre y tus apellidos marcan tu vida. Si te llamas Pepe Sánchez o Maria Pérez, o digamos John Smith o Jeanne Dupont, con todos mis respetos, tu vida difícilmente va a ser lo mismo que si te llamas Loulou de la Falaise, Ines de la Fressange, Max von Treveris, Paola Orsini di Calabria, Sheila Wonders o Marcello Wallace. Creo que nacer con un nombre sonoro, majestuoso u original puede ser como un bonus en la lotería de la vida. Algo que te hace destacar un poco entre la multitud. Y si no, decidme ¿porqué hay actores y músicos que se ponen un nombre artístico, literatos que escriben bajo pseudónimo o políticos que se quitan o ponen apellidos?

Aquí queda eso. Y como voy a tope de trabajo, hoy solo os pongo esta famosa fotografía de Loulou, Yves y Betty. Loulou es la del pañuelo en la cabeza. Betty, obviamente, la rubia de la botas de caña alta.

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