Marrakech, como tantos otros lugares, parece que ha adoptado el modelo de desarrollo turístico de la marca Barcelona que tan poco me gusta, en el que prima la cantidad sobre la calidad como cualquiera que haya estado en la ciudad roja apenas hace 10 años puede confirmar. Djema El-Fna y alrededores parecen más bien la Rambla en versión plaza. Bueno, imposible, nada en el mundo ha llegado al nivel de degradación que ofrece la Rambla; se admiten opiniones. Sin embargo, y a pesar de las hordas de turistas que visitan el jardín y la casa, todavía merece la pena ir a última hora de la tarde, cuando empieza a quedarse vacío, y disfrutar de la luz del ocaso, de ese color azul inexplicable y de los olores y la explosión de color del jardín en cualquier época del año. La casa contiene un museo de arte islámico (obviable) y una cafetería a precios occidentales.
Para acompañaros en esta mañana de viernes, un video de Cheb Khaled, que ya se que es argelino, pero la canción "Chebba" me gusta. La coreografía podría ser de Lady Gaga, pero me temo que no.
Tens raó! El cel blau de Marraqueix és preciós... i el jardí Majorelle val molt la pena. No entraré a parlar del turisme de masses perquè.. uf! em cansen.
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